Adéntrate y descubre la historia y la cultura árabe e islámica.


viernes, 29 de agosto de 2008

La mezquita de Hassan II.

El pasado mes de julio, pude disfrutar de unos días en Marruecos, y entre los monumentos que visité, me gustaría hablar un poco de uno de los que más llamó mi atención: la Mezquita de Hassan II, en Casablanca.
La construcción de esta mezquita fue una idea del rey Hassan II en 1986 que, inspirándose en un versículo del Corán que dice: “Y el trono de Dios se construirá sobre las olas”, decidió ubicarla precisamente sobre el Atlántico. El arquitecto que se encargó de su diseño fue el francés Michael Pinseau y, 2.500 obreros y 10.000 artesanos participaron en su construcción durante 6 años, desde 1987 hasta 1993, año en que fue inaugurada.

Se trata de la segunda mezquita más grande del mundo, después de la Meca. La explanada que hay en el exterior de la mezquita ocupa cerca de treinta mil metros cuadrados y puede albergar a unas 90.000 personas. Su minarete, el más alto del mundo, mide aproximadamente unos 210 metros de altura, y todas las noches, desde él se proyecta un láser que marca la dirección de La Meca. En el interior hay espacio para albergar a 25.000 devotos. Y destaca también por ser la única mezquita de Marruecos que está abierta a los no musulmanes que quieran visitar el interior.


Personalmente, lo que más me llama la atención de la mezquita, además de su colosal tamaño, es que en este monumento se aúnan la tradición y la modernidad, ya que podemos encontrar en ella todo el esplendor de la artesanía marroquí junto a la más moderna tecnología punta. Pueden resultar un tanto sorprendentes algunos detalles como por ejemplo, que la sala de oraciones, con una superficie de 20.000 metros cuadrados, esté dotada de un techo móvil, que en algunas ocasiones especiales (fiestas y celebraciones musulmanas), es abierto para dejar entrar la luz directa del sol. Del mismo modo, también tiene canales de agua con fondo de cristal que circulan por el centro de la sala. Las puertas de acceso a la mezquita, realizadas en cobre y estaño, también poseen un mecanismo para que se abran de forma automática.
Además, en la planta subterránea encontramos dos baños: un hammam al estilo árabe y un baño turco que alberga una enorme piscina de agua templada.


Y en esa misma planta, justo debajo de la sala de oraciones, está la sala de abluciones, que está constituida por 41 fuentes de mármol blanco.

A pesar del derroche de lujo innecesario del que está dotada la mezquita, y de que la visita es un tanto cara (aunque guiada, eso sí), no dejo de recomendar a todo el mundo que la visite.

martes, 26 de agosto de 2008

El espíritu del hachís

Los árabes heredaron el conocimiento y uso del cáñamo de las cultura del mundo antiguo. Antes del albor del Islam esta planta había servido durante más de mil años como medicamento, textil y psicotrópico en Mesopotamia, Persia, Egipto, China, La India, y extensas áreas de Europa.
El cáñamo fue objeto de muy diversos usos terapéuticos, registrados exactamente por los científicos árabes, en sus libros. Sirvió para el tratamiento de diversas afecciones cutáneas. Razes(865-925) y Avicena(980-1037)prescriben que para curar la pitiriasis se lave la cabeza con jugo de las hojas o con el óleo de los cañamones. Ambos explican que las hojas sirven también para estimular el crecimiento del cabello, para lo cual hay que dejarlas macerar en agua y aplicar después el preparado sobre el cuero cabelludo. Ya en el siglo XIV al-Firuzibadi menciona la utilidad de los cañamones para el tratamiento de la vitiligio y de la lepra. También fue utilizado como antiepiléptico, y al Mayusi(1010)receta con este fin que se administre al enfermo el jugo de las hojas por vía nasal. Por sus propiedades calmantes, los médicos prescribían los cañamones o las hojas para mitigar la otalgia, los dolores nerviosos, los dolores punzantes, el dolor de gota, y la oftalmalgía.
En estrecha relación con el uso médico del cáñamo encontramos el empleo alimentario dietético de los cañamones. Ibn Masawayh (777-857) aconseja a las personas de temperamento flemático tomar alimentos caloríficos y desecativos, tales como las uvas pasas y los cañamones.
Mayor importancia tuvo aún el uso del cáñamo, como planta textil.
La utilidad más frecuentemente descrita es la fabricación de cuerdas de gran resistencia, hechas con el líber de la planta. También se utilizó como materia prima para la fabricación de tejidos viejos hechos de fibra de cáñamo, son un remedio comprobado para las úlceras y las heridas.

Varios fueron sus usos ganaderos, agrícolas y domésticos, que va desde su empleo en forraje o combustible, hasta su utilidad como insecticida o repelente de animales.
Durante siglos el cáñamo convivió con los pueblos arabo-islámicos en perfecta armonía. Fue para ellos fuente de alivio y curación de enfermedades, alimento que nutría sus cuerpos, y tejido que los vestía.


En el plano científico fue objeto del interés de los médicos de los botánicos, geóponos y lexicólogos, y nada encontramos en sus escritos que nos permita pensar, que esta planta les merecía un juicio moral negativo. Por aquel entonces, los ulemas, alfaquíes y otros estamentos encargados de velar por la cohesión y ortodoxia de las estructuras sociales, centran su atención en el cáñamo, y desencadenan contra él una cruzada, sin precedentes en la historia del Islam. En el plano ideológico esta cruzada irá acompañada de una redefinición teórica de la naturaleza del cáñamo, que pasará de ser considerado como alimento y medicamento a ser definido como “embriagante tóxico y nocivo” y por tanto, ilícito igual que el vino.

En contraste con esta negativa imagen, todo parece indicar que los sufíes vieron en el cáñamo un medio para incrementar sus facultades sensoriales y su capacidad de percepción espiritual. Lo consideraban un estímulo para su inspiración religiosa, que les servía en la repetición de sus plegarias y sus invocaciones rítmicas del nombre de Dios y para soportar largas horas de meditación, oración y ayuno. Sin embargo, lo que distingue principalmente la actitud de los sufíes hacia el hachís es la devoción casi religiosa que le profesaban, el culto y ritual que hacían de su uso. En palabras del poeta Ibn Rustum al-Isirdi( 1258) “ El hachís es el secreto con que el espíritu se eleva hacia los lugares más sublimes, en la ascensión celestial de un espíritu libre de ataduras corporales y mundanas”.


Texto extraído de : I. Lozano, Solaz del Espíritu en el hachís y el vino y otros textos sobre drogas, Editorial de la universidad de Granada, Granada, 1998.

viernes, 8 de agosto de 2008

El Islam. Pedro Martínez Montávez.[Reseña]

Pedro Martínez Montávez (1933, Jódar [Jaén]) es Licenciado en Filología Semítica y en Historia (1955-56) y Doctor en Filosofía y Letras (Sección de Filología Semítica, 1963) por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido Profesor y Director del Centro Cultural Hispánico de El Cairo y también Profesor de la Universidad Complutense de Madrid (1962-1970), Catedrático de la Universidad de Sevilla (1970-71) y Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid desde 1971 en la que es actualmente emérito. Entre las diversas obras que ha escrito, cabe destacar Ensayos marginales de arabismo (1977); Europa islámica. La magia de una civilización milenaria, (1991), en colaboración con Carmen Ruiz Bravo-Villasante; Al-Andalus, España en la literatura árabe contemporánea (1.992); El reto del Islam. La larga crisis del mundo árabe contemporáneo (1997); y Los árabes y el Mediterráneo. Reflexiones desde el final de siglo (1998), entre otros. Asimismo cabe destacar que el pasado año 2006 fue nombrado Doctor Honoris Causa en la Universidad de Alicante.
Todo ello añadido a su extenso currículo hace que este autor esté considerado uno de los máximos expertos en el mundo árabe contemporáneo en nuestro país.

Con este libro, el notable autor ha pretendido acercar al lector hacia el mundo árabe e islámico, una materia de la cual éste tal vez no posea muchos conocimientos a causa de la falta de información, o incluso, por la información errónea y un tanto distorsionada que recibe, ya que se tiene la costumbre de representar el Islam y todo lo que lo rodea de una manera un tanto deteriorada, tergiversando definiciones de términos y costumbres, dando a entender con ello que el Islam es algo rígido e inmovilista y, al mismo tiempo, algo tan fragmentado, inconsistente y descompuesto que carece prácticamente de identidad. Esto lo hace el autor abarcando temas relacionados con la cultura, la sociedad, la historia,… etc. En los que se adentra de una manera general, pero al mismo tiempo, consigue explicar detalladamente una extensa lista de términos que tal vez eran confusos para la mayor parte de la gente de a pie.

El libro consta de treinta capítulos, a través de los cuales Pedro Martínez Montávez ha logrado abrirnos, de un modo muy sencillo, las puertas a una cultura extraordinaria como es la cultura musulmana, consiguiendo asimismo esclarecer muchos tópicos que se habían perpetrado en las mentes de la mayoría de personas que constituyen la sociedad actual. Hay que resaltar también el hecho de que a lo largo de toda la obra, encontramos gran cantidad de imágenes y datos de interés que igualmente colaboran a que la obra sea mucho más amena.

Independientemente de la treintena de capítulos antes nombrados, el libro se divide en seis bloques, en cada uno de los cuales se van abordando diferentes temas.
En el primer bloque, que está constituido por los cuatro primeros capítulos, se explican los fundamentos de lo que es en general el Islam, manifestando que no es solo una religión sino que va más allá, el Islam es un hecho histórico a la vez que actual, es también una civilización, una cultura, en definitiva, “…se trata de una de las aportaciones de mayor envergadura de la civilización universal, patrimonio total de la Humanidad.”.
El segundo bloque, que abarcaría los siguientes siete capítulos, trata del tema de la religión. En estos capítulos se nos habla del Corán, explicándonos su estructura; del Profeta, hablándonos de su vida y como le fue revelado el Corán; también en este bloque aparecen la Sunna y el hadit diferenciando que la Sunna viene a significar concretamente «costumbre», «hábito» o «manera», relacionadas fundamentalmente con la figura del Profeta; y que ésta se configura a base del hadit que es el conjunto de actos, dichos, gestos y actitudes de Muhammad. Además de todo esto, también en este bloque se habla del hombre islámico y de los cinco pilares del Islam (profesión de fe, oración, ayuno, limosna y peregrinación a la Meca), y finaliza hablándonos de la Sunna y la Shía, aquí nos explica un poco de la historia de la Shía, y el origen de esta división dentro de la comunidad islámica.
En el tercer bloque, que va desde el capítulo doce hasta el capítulo diecisiete (ambos incluidos), se nos relata la historia del Islam, desde su nacimiento hasta épocas más recientes, hablándonos de su expansión, de las distintas situaciones por las que han pasado los distintos grupos, de las Cruzadas, el Imperio Otomano, el imperialismo occidental y la repercusión de éste en el mundo islámico debido al gran impacto colonialista y todas las situaciones vividas a lo largo de la historia que han hecho que este imperio se consolide y sea lo que es hoy en día el Islam.
Los bloques cuatro y cinco englobarían todo lo referente a las letras y las artes, se nos habla de literatura y, más concretamente de la poesía, como el género de creación por excelencia en las literaturas del Islam. En cuanto a las artes, destaca la construcción de edificios entre los que encontramos las mezquitas, como lugar de oración y centro sociocultural, también en arquitectura aparecen los palacios entre los que encontramos a la Alhambra. Otras construcciones serían: las madrasas, los ribats, las residencias áulicas, jans y mausoleos.
Ya en el último bloque, constituido por los dos últimos capítulos, el autor nos hace una visión del panorama actual de la sociedad islámica, y constata la evidente confrontación que existe entre el mundo islámico y occidente, aportando posibles soluciones. Además verifica que “…el mundo islámico atraviesa contemporáneamente, y desde hace ya algún tiempo, una de las etapas más críticas de su existencia.”

Tras haber desarrollado conclusiones acerca de las repercusiones de este libro, se puede deducir que con él, Pedro Martínez Montávez, ha conseguido crear una obra dotada de muchas claves que darán lugar a un mayor y más sencillo entendimiento de la cultura islámica en todas sus facetas. Dando lugar con ello a una obra aparentemente sencilla pero con un gran trasfondo.


Pedro Martínez Montávez, El Islam, Barcelona, Salvat Ediciones Generales, 1991, 96 págs.

martes, 5 de agosto de 2008

Gaza según el gran viajero Ibn Battuta


"Después nos pusimos en viaje hasta llegar a Gaza, primera población siria viniendo de Egipto. Es una plaza amplia, muy poblada y de hermosos mercados. Hay numerosas mezquitas, pero carece de murallas. Anteriormente hubo una bonita mezquita al-jama. La que hay ahora fue erigida por el emir al-Yawili. Se trata de una edificación elegante, perfecta de factura y con un almimbar de mármol blanco. El juez de Gaza es Badr al-Din as-Saljati al-Hawrani y su maestro ´Alam al-Din b. Salim. La familia Banu Salim es muy principal en la ciudad: entre sus miembros se cuenta el cadí de Jerusalén.

Comienzo del capítulo "Siria-Palestina" de Ibn Battuta a través del Islam, Alianza Universidad, Madrid, 1997, trad. de S. Fanjul y F. Arbós, p. 150.

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